Existe una falsa creencia, según la cual, el líder es siempre el más fuerte del grupo. Varios estudios demuestran que esto no es siempre así. Jane Goodaal nos cuenta la historia de Mike, un chimpancé que un día comenzó a jugar con unos bidones de gasolina que provocaban un fuerte estruendo. Pronto aprendió que los otros miembros del grupo se asustaban mucho con este ruido. Gracias a este descubrimiento y sin ser el más robusto de los machos, rápidamente ascendió en la jerarquía hasta lo más alto.
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